burbuja

Extractos del libro de Tony Ramírez:

Un día Groucho Marx se presentó a cenar en un hotel de lujo y no llevaba, como era preceptivo, corbata.
-Lamento advertirle,-le dijo el maître-que no lleva usted corbata.
-No lo lamente-le dijo Groucho-,todavía me acuerdo de cuando no tenía ni para calzoncillos.
Sin dejarse liar, el maître insistió. Pese a ello, Groucho se coló hasta el medio de la sala, se paró ante un señor calvo y protestó:
-¡No hay derecho¡ A mí no me dejan entrar sin corbata y a este señor le dejan entrar sin pelo.
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El poeta y crítico literario británico Lascelles Abercrombie hizo en cierta ocasión un comentario mordaz sobre la obra del escritor estadounidense Ezra Pound. Y éste, sin más, le retó a duelo.
Abercrombie, conocedor de la habilidad con la espada y el sable de Pound ,ideó una posible solución y le dijo:
-Como a mí me toca elegir las armas, le sugiero que nos bombardeemos con los ejemplares no vendidos de nuestros libros.
Pound rechazó esta posibilidad de duelo y la cosa quedó en nada.
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La actriz británica Mrs. Patrick Campbell viajaba siempre en compañía de un perrito, por el que sentía un especial apego. Para escamotearlo en las aduanas, se lo escondía entre sus voluminosos pechos. Tiempo después explicó:
-Este truco me fue siempre bien hasta que un día mis pechos comenzaron a ladrar en la aduana de Ginebra.
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El dramaturgo y novelista húngaro Ferenc Molnár tenía un sistema infalible para librarse de las visitas non gratas que se presentaban inoportunamente en su casa. Había ordenado a su secretario que, en tal caso, dijera:
-Lo siento, no está en casa. Acaba de salir hace un momento y, si usted corre calle abajo, estoy seguro que le alcanzará.
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El productor teatral estadounidense Jed Harris era muy extravagante. Un día recibió desnudo al escritor, periodista y director de teatro estadounidense George Kauffmann. Éste,con mucho temple,fingiendo no inmutarse ,le dijo:
-Jed,tienes la braguetas abierta.
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El humorista estadounidense Robert Benchley asistía en Broadway al estreno de una obra de dudosa calidad, durante la cual un teléfono sonó en una estancia contigua, que estaba vacía.
-Creo que es para mí-dijo Benchley aprovechando la oportunidad.
Sin dudarlo, se levantó, desapareció y se fue del teatro.
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Hacia el final de su vida, el dramaturgo alemán Gotthold Ephraim Lessing se volvió muy olvidadizo. Una noche, llegó a su casa y se encontró que estaba cerrada. Se había olvidado la llave, así que llamó a la puerta. Un criado respondió a través de la mirilla:
-El profesor no está en casa.
-Muy bien-replicó Lessing-,dígale que vendré en otra ocasión.
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anécdotas de famosos

Libro Anécdotas de famosos , de Tony Ramírez

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